Las cuatro montañas

Traducción de las cuatro montañas, versión de Vanessa Machado de Oliveira, contada originalmente por el abuelo Cree llamado John Crier. Original: The four mountains (collaboration with Cree elder John Crier) – Gesturing Towards Decolonial Futures

Las cuatro montañas

Esta es una historia acerca de cuatro montañas. Cada montaña representa una fase de la vida que les seres humanes necesitan atravesar. Hay una montaña bebe, una montaña guerrera, una montaña cazadora/proveedora, y una montaña abuela. Si todo está en balance, la tierra, les ancestres, todas las relaciones apoyarán a las personas humanas para que pasen de una montaña a la otra. Las humanas, así como les otres seres, no son dueñas de su tiempo o de su vida. Es una fuerza más poderosa, a la que muchas personas indígenas llaman el Gran Espíritu o el Creador, quien decide el tiempo que viajaremos a través de la vida y las visiones que recibiremos para encontrar en qué y cómo venimos a contribuir. Algunas personas van a viajar solo hasta cierto punto a través de las montañas, ellas pueden completar su viaje temprano por diferentes razones. Algunas veces, con bebés por ejemplo, el tiempo no es el correcto para que se queden, aún así vienen a visitar a sus familias por un ratito, como un regalo. Algunas veces las personas se pierden, o encuentran un camino en las montañas que les lleva a un callejón sin salida, y algunas veces mueren de hambre ahí. Algunas personas, solas o en colectivo, solo se quedan pegadas en una montaña sin las enseñanzas que necesitan para seguir. Cuando esto pasa, la guía de las abuelas es necesaria para ayudar a que las personas encuentren el camino, conecten con las visiones, y se muevan de una forma sana de nuevo.

La montaña bebé

La primera montaña es la montaña bebé. Si todo está en balance, cuando venís al mundo como bebé, te reciben en la base de esta montaña con incondicional consideración y respeto por tu existencia, en los brazos de tus madres y padres, tus ancianes, y tus comunidades, quienes están comprometidas con tu bienestar. Tu primer rito de iniciación es tu primera respiración. Te cargan hacia arriba de esta montaña en un envoltorio que fortalece la conexión entre tu cuerpo bebé y las cuerpas colectivas que tenés alrededor, de tu familia extendida. Abueles sabies y saludables, tíos y tías abuelas, tienen un gran rol que cumplir en esta montaña, y cuando no están ahí, a veces les bebés pueden no llegar al otro lado. Una vez que llegás a la cima de esta montaña, empezás a dar tus primeros pasos hacia abajo, aún sostenide de la mano de tus relaciones mayores. El enfoque de tu aprendizaje cambia a tus pies en la tierra. Aprendés cómo sentir y relacionarte con el suelo bajo tus pies, y cómo tejer tu camino con cuidado, con respeto y reverencia por la tierra que te sostendrá por el resto del viaje. Aprender que sos parte de la creación, y que te cuidan y guían las personas, la tierra, les ancestres y todas las relaciones, te hace sentir hasta los huesos que tu vida tiene un valor intrínseco.

La montaña guerrera

La segunda montaña es la montaña guerrera. Ahora que podés caminar por vos misme, el rito de iniciación en esta montaña es aprender a poner tus propios límites y encontrar tu propia visión y espacio en el mundo, y no dejar que tus madres, padres y otras personas lo definan por vos. En esta montaña encontrarás tus regalos únicos, las medicinas únicas que vos traés y que eventualmente aprenderás a usar cuando se necesitan. Cuando la sociedad está en turbulencia, las personas jóvenes que empiezan a subir esta montaña son quienes sienten más las consecuencias porque aún no han establecido límites, tienen energía desatada y, ya que están buscando y aprendiendo sobre autonomía, también tienden a rechazar guía y consejo. Cuando las personas jóvenes buscan su camino por sí mismas, a veces terminan en el camino equivocado cuando no hay guía disponible.

En esta montaña también debés encontrar y luchar con tus sombras. Durante la subida, es como entrar a un bosque muy denso en la oscuridad, en medio de la noche, a media luna y con las estrellas apenas iluminando el camino. Los árboles pueden ver tu espíritu, saben quién sos, pero no pueden decirte nada de forma directa, aún estás muy esimismada como para escuchar. Necesitan sacudirte de ese ensimismamiento para comunicarse con vos. Conforme subís más, te volvés impaciente. Sentís como si sólo podés estar bien si encontrás las respuestas, si tenés certeza. Pero el rol de la tierra como maestra es introducirte al misterio de tu existencia. Te puede dar direcciones, usualmente en forma de visiones y canciones, pero no te dará la respuesta final a todo lo que buscás en este punto. La tierra te dará siempre lo que necesitás para dar el siguiente pequeño paso, para hacer lo correcto, y seguir moviéndote de forma saludable mientras tu aprendizaje e historia se desenvuelven gradualmente. Esta parte del camino de la montaña puede ser frustrante porque tu cuerpo tiene energía para correr, pero el suelo es irregular, haciéndote caminar despacio para desarrollar paciencia.

Quienes están subiendo esta montaña con frecuencia pasan mucho tiempo luchando con las sombras de los árboles. También hay muchas distracciones en el camino: diferentes opciones de ruta, diferentes voces y elecciones apuntando a diferentes direcciones. Es como tratar de encontrar tu medicina, tu regalo, como una aguja en un pajar. Muchos miedos e inseguridades aparecen en este proceso. Miedo de no ser digne. Miedo de no encontrar la respuesta «correcta». Miedo de perderse de algo. Miedo a la humillación, rechazo y abandono. Miedo a la pérdida, el dolor y la muerte. Miedo de tomar las elecciones incorrectas. Miedo de que la vida puede no valer la pena. Miedo de que tu vida es un error. Miedo a la ineptitud e insuficiencia. Para olvidar estos miedos, muchas personas jóvenes construyen una imagen de ellas mismas que previene que otras vean lo que realmente está pasando. Algunas personas jóvenes se enfocan en construir una imagen en la que son fuertes, invencibles, y que nunca se equivocan. Otres quieren verse amigables, cariñoses y confiables. Algunes quieren ser vistes como rebeldes, transgresores y provocadores. Algunes son una mezcla de todos estos tipos. Pero una imagen es solo una imagen y entre más grande es la brecha entre como querés que te vean (y también cómo querés que sea el mundo) y todas las cosas que en realidad están pasando dentro y alrededor tuyo, más difícil se siente el camino para vos, y es más probable que tomés malas decisiones. Esta parte del camino de la montaña es engañosa porque por un gran rato podés estar viviendo en tu propia burbuja, caminando en círculos sin dirección. Apoyarte y guiarte es el trabajo de las familias y ancianes, pero a veces no pueden estar porque ellas también están perdidas, y puede ser que se perdieron en la misma montaña y nunca tuvieron la oportunidad de reencontrar el camino. Hoy en día, sobre todo, muchas personas quedan atrapadas en esta montaña y perdemos a muchas de ellas.

Justo a la vuelta de la parte difícil del camino, hay un claro. Pero sólo podés verlo cuando ya te cansaste de luchar con tus sombras y con las sombras de los árboles. En este claro podés descansar, podés ayunar, podés respirar, podés observar, podés escuchar el latido de tu corazón, como se sincroniza con el latido del corazón de la tierra cuando te calmás. Si lográs calmar tu espíritu y te volvés humilde ante la tierra, puede que te contacten les espíritus que te han conocido y observado, les espíritus que saben lo que necesitás, el paso siguiente que debés dar, y que conocen las semillitas de tus regalos y medicinas germinando, las que están dentro tuyo. Desde ese contacto y en adelante, tus medicinas empiezan a crecer y trabajar en vos y por lo menos la mitad de los miedos y las inseguridades desaparecen. Bajando esta montana te familiarizás y desarrollás cercanía con tus regalos y medicinas, aprendés de ellas tanto como es posible, y esto se siente muy bien de una forma sorprendente. Por lo general, este bien estar es diferente a lo que estuviste esperando o buscando cuando subías esta montaña.

La montaña cazadora/proveedora

La tercera montaña es la montaña cazadora o proveedora. El rito de iniciación de esta montaña trata de ver un panorama más grande, y también de ver más de lo que ese panorama te muestra, hacia el pasado y hacia el futuro. También trata de aprender a usar tus medicinas y regalos para contribuir al bienestar de tu familia, de tu comunidad, de la tierra, y de todas las relaciones. Ahora que has aprendido a establecer límites y que empezás a confiar en tus propios regalos, necesitás aprender a ofrecerlos de forma generadora con tu comunidad. Necesitás aprender cuándo, cómo y cuánto ofrecer, cuándo tus medicinas son buenas medicinas, y cuándo se pueden volver veneno, y cómo integrarlas con otras medicinas y regalos que vienen de otras relaciones. Esto parece sencillo, pero en realidad es un periodo lleno de retos. Cometerás muchos errores antes de aprender a trabajar bien con tus propias medicinas y regalos, y antes de aprender a integrarlos con las medicinas y regalos de otres. Este es un periodo de profundo aprendizaje de discernimiento, muy atareado y que trae mucha humildad. Por ejemplo, algunas personas podrían notar que tenés buena medicina, podrían venir a vos a pedir o demandar un poco, pero lo que tenés podría no ser la medicina que necesitan y vos necesitarás saber cómo responder a esta situación.

En esta montaña estás aprendiendo tanto a tener confianza como humildad, tanto autonomía como responsabilidad, a ser generose y a no permitir que tu generosidad sea abusada, a tomarte las cosas con seriedad y a reírte de vos mismo, a aprender rápido de tus errores y a solo cometer nuevos errores conforme te movés al siguiente aprendizaje, a pedir perdón por el sufrimiento que causás, a no aumentar el trabajo de otras personas de forma innecesaria, y a responsabilizarte por las vidas humanas y más que humanas que se sacrifican para mantenerte vive. Aprendés a regalar tus regalos, un regalo sólo es un regalo cuando es regalado. No se puede vender. Un regalo regalado mueve hacia la reciprocidad el corazón de aquellas que lo reciben, pero la reciprocidad puede no ir directamente de regreso a vos. Aprendés a confiar que, siempre que estés regalando tus regalos y usando tus medicinas de forma generadora, la tierra y les espíritus también se harán cargo de tus necesidades. A veces necesitarás un empleo de día para mantener a tu familia mientras hacés el trabajo con tus regalos y medicinas en paralelo. Es importante tener una idea clara de la diferencia entre tu empleo y el trabajo que necesita ser hecho.

Hay sombras en esta montaña con las que necesitás luchar. Podrías sentirte tentade de usar tus regalos en formas destructivas. Necesitarás observarte a vos misme y lo que está pasando a tu alrededor. Si hay un desbalance, podés convertirte de cazadora en depredadora, que toma de la tierra más de lo que es justo y que abusa de las debilidades de otras seres, sacando ventaja de ellas. Esto pasa cuando hay huecos en las enseñanzas de las montañas anteriores. Por esto es importante que aprendás muy temprano lo que significa ser ayudante, poner tu cuerpo, tus regalos y tu intelecto al servicio del bien mayor de la tierra y la comunidad. De otra forma podés usar tu fuerza vital para destruir relaciones y destruirte a vos misma. Cuando estos desbalances ocurren, hay una ley natural que te hará pagar el precio, a veces con tu vida. Se muy cuidadose aquí.

Una vez que aplicás las enseñanzas de esta montaña dentro de tu propia comunidad, estarás lista para aprender a integrar tus medicinas y regalos con una ecología mucho más amplia, bajando la montaña cazadora/proveedora. Aquí es donde podrías estar lista para ser mentora de otres que tienen medicinas y regalos similares a las tuyas, para que no tengan que repetir los errores que vos ya cometiste. Cuando ves tus medicinas/regalos desde una perspectiva diferente, notás realmente lo grande que es el mundo, lo mucho que no sabés, lo mucho que no podés saber. Todo es un misterio, pero a vos ya no te da miedo no tener respuestas. Las sombras ya no te asustan y el dolor ya no te persigue. Aprendiste a tomar el dolor de la mano y a aceptar que hay sombras en todos los lugares en los que también hay luz. Podés ver lo lindo y lo feo, lo bueno y lo malo, lo roto y lo jodido, y ser testigue. Desarrollás más reverencia por la tierra, por el planeta, que sostiene todo junto.

Empezás a escuchar las canciones que mueven todo: las estaciones, aguas, vientos, nubes, plantas, nosotres mismes, otros animales. Los ciclos de vida, muerte, y renovación. Notás los ritmos y movimientos que transforman todo a tu alrededor. El cielo y las estrellas te hablan de forma diferente. Experimentás el tiempo de forma diferente. Aunque ya te han dicho que todo está interconectado y has tenido vistazos de esto, esta vez no es un vistazo, ya no lo podés apagar. Estás liste para la montaña abuela, pero dirás que no te sentís liste aún (lo que puede ser un signo de que sí lo estás).

La montaña abuela

La cuarta montaña, la montaña abuela, se ubica detrás de las primeras tres montañas que ya describimos. El rito de iniciación aquí es ayudar a otras personas con sus ritos de iniciación, desarrollar más tu retrospección, intuición y predicción, y convertirte en una buena guía que pueda ayudar a las personas a encontrar su propia dirección de acuerdo con el propósito de la montaña en la que están. También podés revisitar diferentes enseñanzas que recibiste en tu vida y estas enseñanzas te mostrarán lecciones más profundas. Ya que no hay un libro con una enciclopedia de direcciones que podés dar a quienes necesitan ayuda, necesitarás aprender a apoyar a las personas que necesitan tu ayuda desde donde ellas se encuentren. Para alcanzar la montaña abuela, que está cerca de la montaña bebé, necesitarás pasar por las tres montanas y visitar los lugares en los que saltaste de una montaña a la siguiente. Ahí te toparás con personas que necesitan tu guía para encontrar el camino por el que cambian a una montaña diferente. Les pasarás tu propia experiencia sobre la subida, especialmente lo que aprendiste de los errores que cometiste cuando estabas encontrando tu propia dirección. Como los árboles en la montaña guerrera, no podés decirle a las personas de forma directa cuál debería ser su propósito o dirección. Eso es entre ellas y el Gran Espíritu, y necesitan encontrarlo ellas mismas a través de su conexión con la tierra y todas sus relaciones. Esto es importante, de otra forma no tendrán la energía o la confianza para seguir moviéndose. Como anciane, tendrás que colaborar con la tierra para crear experiencias en las que la tierra misma pueda enseñar, y en las que vos sólo estás sosteniendo y protegiendo el espacio para esas enseñanzas.

Cuando vas caminando para la montaña abuela te encontrarás con guerreras que ya están listas para convertirse en cazadoras/proveedoras, encontrarás niñes que están listes para ser guerreres, y encontrarás algunas personas que están trabadas. Al mismo tiempo llegarás al lugar en el que la montaña bebé se encuentra con la montaña abuela. En la montaña bebé ayudarás a recibir nueva vida para tu comunidad, y a cargar a esta vida hasta la cima de la primera montaña. Les abueles son particularmente adecuadas para cargar bebés porque, a diferencia de las guerreras, tienen paciencia, y a diferencia de las cazadoras/proveedoras, tienen tiempo. Ambas bebés y abuelas están cerca de las ancestras y de la fuente de la vida más allá de la forma. Las abuelas también tienen la sabiduría del pasado para proteger a les bebés, evitando las partes del camino que son peligrosas para les jóvenes.

En esta montaña nadie llega a la cima aún cargando su cuerpo. Sólo tu espíritu llega hasta arriba. En algún punto del camino de las montañas deberás despojarte de tu cuerpo. Cuando el día del cambio llegue, estás lista para pasar al lugar de las ancestras. Estás agradecide por lo que te ha sido enseñado en este cuerpo, has arreglado lo que necesitaba ser arreglado, has preparado a tu familia, has pasado tus historias y canciones, las personas que has guiado se han convertido en guías, has ayudado a que personas cambien de montañas, y estás en paz con la enormidad, eternidad, y el movimiento incesante de la tierra. Te vas con las manos vacías. Dejás todo atrás. No dejás huellas. Te convertís en ancestre y encontrás a aquelles que vinieron antes, aquelles que aún están por venir, y todas las relaciones invisibles, tanto humanas como más que humanas, que te acompañaron en tu camino en todas las cuatro montañas. Cuando te despojás de tu cuerpo, integrás todas las experiencias que tuviste en esta vida y tu espíritu se vuelve uno con el misterio de la creación.

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